jueves, 4 de febrero de 2016

NADA QUE HACER

Nada que hacer
Nada que hacer
Nada que hacer

Da igual cuantas veces lo repita, nunca cambiarán su significado. Nunca dejarán de ser unas palabras devastadoras. Nunca habrá un rayito de esperanza que dé luz a la absoluta oscuridad que envuelve lo que quieren decir.

Cuando no hay nada que hacer, no hay nada que hacer.

¿Cómo sentirse? ¿Cómo reaccionar? ¿Cómo hacerse a la idea de que, de verdad, no hay nada que hacer?

Estoy triste, rabiosa, enfadada, angustiada y siento que me va a explotar el alma porque el corazón ya lo tengo roto en millones de pedazos diminutos.

¿NADA QUE HACER?

¿Cómo puede ser posible que en estos tiempos que vivimos todavía sean muchos los padres que tienen que escuchar esta frase traicionera que sentencia sin remilgos la vida de sus hijos? No lo entiendo, no soy capaz de asimilarlo con coherencia porque va más allá de mi razocinio.

NADA QUE HACER

Ya no hay nada que hacer y, por ahora, mientras el cuerpo del inquilino de la enfermedad resista, sólo queda aprovechar el tiempo que queda, despedirse, decir adiós de la mejor manera posible, si existe alguna.

¡No es justo!
¡No es justo!
No, no lo es.

Estuve con sus padres en consulta, les pedí que no perdieran la esperanza, que fueran positivos. Les miré a los ojos y me embebí de su dolor. Después miré a la pequeña y sonreí pensando en lo fuerte que era. En lo extremadamente valiente que era y en el ejemplo que sería para muchos adultos que no hacen más que quejarse de la vida que tienen la suerte de disfrutar.

Apenas unos días después... No hay hada que hacer.

¿Cómo? ¿Por qué?


No sé por qué he escrito esto, no sé cuál es propósito de estas tristes lineas además de desahogarme. Lo que sí sé, lo que tengo muy claro es que hay que cambiar las cosas, NADA QUE HACER no puede ser una opción. NADA QUE HACER, debe borrarse de nuestras posibilidades.

SE PUEDE HACER TODO, esta es la frase que hay que visionar. Hay que invertir, investigar, buscar, avanzar... y sólo así, NADA QUE HACER desaparecerá de nuestra lista de recursos y ningún médico tendrá que sacar la terrorífica frase de un informe para ponerla sobre la mesa cuando los padres del niño enfermo acudan a su llamada.

¡¡INVERTIR!! ¡¡INVESTIGAR!! ¡¡BUSCAR!! ¡¡AVANZAR!!

ALGO SE PODRÁ HACER, de brazos cruzados no lo vamos a conseguir. 

martes, 2 de febrero de 2016

20ª REVISIÓN: LA VERBENA DE LOS NEUTRÓFILOS

Parece mentira pero el tiempo pasa rápido no, lo siguiente.
Dos meses casi llevo sin pasarme por aquí, ¡¡qué poca vergüenza la mía!! Pero qué felicidad también.

Los tres meses que han pasado de una revisión a otra han sido...¡Maravillosos!
Lo digo en serio, pensaba que no iba a poder pero la verdad es que sí, lo he conseguido. Durante este tiempo HE LOGRADO DESCONECTAR. Increíble, ¿verdad? Y no sólo eso, además de desconectar he estado tranquila tranquilísima porque el Duende no se ha puesto malo ni un poquito. Vamos, que más sano no ha podido estar.

Fíjate si está sano que Papá y yo nos pusimos malísimos, malísimos con gripe, casi al borde de la muerte.... bueeeno, he exagerado un poquito pero malos, muy malos, y él, como si nada. Nada de nada, Niente niente. Sano como una manzana colgada de su árbol.

Así que imagínate, fuimos a la revisión sin acordarnos de la caja en la que antes tenía que poner mi corazón, sin apretar los dientes y sin sentir que los nervios me devoraban por dentro como una solitaria giganterca (no es una errata, la solitaria era GIGANTERCA). Vamos, como si fuera un viaje de placer, como así ha sido.

Evidentemente los resultados de las analíticas fueron perfectos y normales. Incluso lo que la revisión pasada estaba cogidito con pinzas, en esta se había estabilizado. ¡Súper chachi guay!

Y ya, como otras veces, aprovechando que estábamos en Madrid y teniéndolo todo preparado gracias a Regi (guapa, gracias y mil millones de veces gracias por ser tan buena organizadora de fiesta, entre otras muchas cosas) toda la súper "Pandi de la Paz" nos reunimos en la denominada: "Verbena de los Neutrófilos", para pasar el día juntos: comer, beber, hablar, reír y, bueno sí, algún que otro lagrimón cayó pero casi todos eran de los peques cuando se hacían daño jugando, al caer de las bicis, al darse con la pelota en la cara. ¡¡AL SER NIÑOS!!

No sé cómo explicar el sentimiento que me provoca ver a todos nuestros peques juntos. Es una sensación tan...reconfortante. Me llena de paz, me hace pensar en lo afortunados que somos y, de igual modo, me hace recordar a los que ya no están de forma tangible pero que sabes y sientes que siempre te acompañan.
Sí, podría decirse que el otro día cuando Daniel, Mario, Victor, Emma, Marcos, Isabel, Lucía y Mateo se juntaron, todos con sus melenas al viento, Isabella y Lucía también estaban con ellos. En sus sonrisas, en sus astutas miradas, en sus travesuras.

Antes de despedirnos con besos, abrazos y gestos de verdadero amor quedamos en vernos pronto, concretamente en abril, cuando tenemos la próxima revisión.
Estoy feliz, me hace muchísima ilusión que, a partir de ahora que nuestras revisiones son más espaciadas, las aprovechemos para reunirnos todos.

¿Y como no voy a ser feliz? No somos simples amigos que se juntan para hablar de su vida. Nosotros somos como una familia que celebra la vida.

Puede que sea una tontería, puede que sea una idea o una ilusión absurda pero me encantaría que la relación de amistad que tienen nuestros niños dure muchos, muchísimos años, que no se pierda. Que perdure a lo largo de sus larguíiisimas vidas como doy por hecho que perdurará la que tenemos los padres.



Porque lo dicho, no somos simples amigos, somos una familia. Más unida de lo que las familias de sangre lo estarán nunca.

FELIZ....SIEMPRE FELIZ.