Nada que hacer
Nada que hacer
Nada que hacer
Da igual cuantas veces lo repita, nunca cambiarán su significado. Nunca dejarán de ser unas palabras devastadoras. Nunca habrá un rayito de esperanza que dé luz a la absoluta oscuridad que envuelve lo que quieren decir.
Cuando no hay nada que hacer, no hay nada que hacer.
¿Cómo sentirse? ¿Cómo reaccionar? ¿Cómo hacerse a la idea de que, de verdad, no hay nada que hacer?
Estoy triste, rabiosa, enfadada, angustiada y siento que me va a explotar el alma porque el corazón ya lo tengo roto en millones de pedazos diminutos.
¿NADA QUE HACER?
¿Cómo puede ser posible que en estos tiempos que vivimos todavía sean muchos los padres que tienen que escuchar esta frase traicionera que sentencia sin remilgos la vida de sus hijos? No lo entiendo, no soy capaz de asimilarlo con coherencia porque va más allá de mi razocinio.
NADA QUE HACER
Ya no hay nada que hacer y, por ahora, mientras el cuerpo del inquilino de la enfermedad resista, sólo queda aprovechar el tiempo que queda, despedirse, decir adiós de la mejor manera posible, si existe alguna.
¡No es justo!
¡No es justo!
No, no lo es.
Estuve con sus padres en consulta, les pedí que no perdieran la esperanza, que fueran positivos. Les miré a los ojos y me embebí de su dolor. Después miré a la pequeña y sonreí pensando en lo fuerte que era. En lo extremadamente valiente que era y en el ejemplo que sería para muchos adultos que no hacen más que quejarse de la vida que tienen la suerte de disfrutar.
Apenas unos días después... No hay hada que hacer.
¿Cómo? ¿Por qué?

No sé por qué he escrito esto, no sé cuál es propósito de estas tristes lineas además de desahogarme. Lo que sí sé, lo que tengo muy claro es que hay que cambiar las cosas, NADA QUE HACER no puede ser una opción. NADA QUE HACER, debe borrarse de nuestras posibilidades.
SE PUEDE HACER TODO, esta es la frase que hay que visionar. Hay que invertir, investigar, buscar, avanzar... y sólo así, NADA QUE HACER desaparecerá de nuestra lista de recursos y ningún médico tendrá que sacar la terrorífica frase de un informe para ponerla sobre la mesa cuando los padres del niño enfermo acudan a su llamada.
¡¡INVERTIR!! ¡¡INVESTIGAR!! ¡¡BUSCAR!! ¡¡AVANZAR!!
ALGO SE PODRÁ HACER, de brazos cruzados no lo vamos a conseguir.
Nada que hacer
Nada que hacer
Da igual cuantas veces lo repita, nunca cambiarán su significado. Nunca dejarán de ser unas palabras devastadoras. Nunca habrá un rayito de esperanza que dé luz a la absoluta oscuridad que envuelve lo que quieren decir.
Cuando no hay nada que hacer, no hay nada que hacer.
¿Cómo sentirse? ¿Cómo reaccionar? ¿Cómo hacerse a la idea de que, de verdad, no hay nada que hacer?
Estoy triste, rabiosa, enfadada, angustiada y siento que me va a explotar el alma porque el corazón ya lo tengo roto en millones de pedazos diminutos.
¿NADA QUE HACER?
¿Cómo puede ser posible que en estos tiempos que vivimos todavía sean muchos los padres que tienen que escuchar esta frase traicionera que sentencia sin remilgos la vida de sus hijos? No lo entiendo, no soy capaz de asimilarlo con coherencia porque va más allá de mi razocinio.
NADA QUE HACER
Ya no hay nada que hacer y, por ahora, mientras el cuerpo del inquilino de la enfermedad resista, sólo queda aprovechar el tiempo que queda, despedirse, decir adiós de la mejor manera posible, si existe alguna.
¡No es justo!
¡No es justo!
No, no lo es.
Estuve con sus padres en consulta, les pedí que no perdieran la esperanza, que fueran positivos. Les miré a los ojos y me embebí de su dolor. Después miré a la pequeña y sonreí pensando en lo fuerte que era. En lo extremadamente valiente que era y en el ejemplo que sería para muchos adultos que no hacen más que quejarse de la vida que tienen la suerte de disfrutar.
Apenas unos días después... No hay hada que hacer.
¿Cómo? ¿Por qué?

No sé por qué he escrito esto, no sé cuál es propósito de estas tristes lineas además de desahogarme. Lo que sí sé, lo que tengo muy claro es que hay que cambiar las cosas, NADA QUE HACER no puede ser una opción. NADA QUE HACER, debe borrarse de nuestras posibilidades.
SE PUEDE HACER TODO, esta es la frase que hay que visionar. Hay que invertir, investigar, buscar, avanzar... y sólo así, NADA QUE HACER desaparecerá de nuestra lista de recursos y ningún médico tendrá que sacar la terrorífica frase de un informe para ponerla sobre la mesa cuando los padres del niño enfermo acudan a su llamada.
¡¡INVERTIR!! ¡¡INVESTIGAR!! ¡¡BUSCAR!! ¡¡AVANZAR!!
ALGO SE PODRÁ HACER, de brazos cruzados no lo vamos a conseguir.